Si tienes entre 20 y 30 años, seguramente creciste viendo caricaturas en los tiempos dorados de Nickelodeon. De todas estas caricaturas, “Avatar: la leyenda de Aang” es de las que más sobresalen, y no es una coincidencia.
Esta serie está ambientada en un mundo claramente basado en culturas asiáticas en donde existen cuatro naciones: las Tribus del Agua, el Reino de la Tierra, los Nómadas del Aire y la Nación del Fuego. Muchos de los nativos de cada nación tienen la habilidad de manipular a voluntad el elemento base de su nación.
La historia sigue las aventuras de Aang, el último monje de los Nómadas del Aire, y de Katara y Sokka, originarios de la Tribu del Agua del Sur. Ellos forman el equipo Avatar, y a lo largo de las temporadas van entrando nuevos miembros al equipo.
100 años han pasado desde el inicio de la guerra que la Nación del Fuego inició al buscar expandirse por todo el mundo, y únicamente el Avatar, capaz de aprender a manejar los cuatro elementos, puede acabar la guerra y regresar el equilibrio al mundo.
Aang solo domina el aire control, y tiene menos de un año para aprender a manejar los restantes tres elementos antes de que llegue un cometa, el cual le da mucho más poder a los maestros fuego y hacer que terminen la guerra de una vez por todas a su favor.
¿Qué tiene de especial este programa?
La pregunta correcta sería: “¿Qué no tiene de especial este programa?”. Tiene un contexto único, hecho al más mínimo detalle y armado todo de forma casi perfecta. El mundo en el que se ambienta es rico en cultura, complejo y extenso. Algunas personas incluso han dicho que se podría comparar a los mundos de Harry Potter y del Señor de los Anillos.
Pero claro, todo con el mayor cuidado posible. Así, esta serie estadounidense no se siente como si fuera apropiación cultural por parte de los americanos de las culturas orientales, sino que está inspirado en ellas y les rinde tributo.
Cada elemento tiene sus propios movimientos, y están basado en artes marciales reales. Y para ser más fieles posibles a los movimientos, fueron llamados instructores y expertos en artes marciales, para poder replicarlos en la animación.
Asimismo, cada nación está basada en una cultura asiática diferente, y es algo que queda claro al observar las distintas características arquitectónicas, de vestimenta y de comportamiento de las diferentes naciones de este mundo.
Otra cosa que hace que una historia sobresalga es la narrativa y la complejidad de la historia. Este es un programa de televisión principalmente para niños, pero toca temas rara vez vistos en programas para este público en específico. Corrupción, genocidios, desigualdad social, propaganda militar, crímenes de guerra…y ni hablar de un sub-arte del agua control que puede llegar a ser perturbador para algunos: la sangre control.
Aunque es una animación para niños, como ya dejamos muy claro, también es perfecta para gente de edades mayores. Incluso los que éramos niños pequeños en aquellos años, al ver de nuevo esta serie, podemos notar cosas que antes nos habían pasado por alto, y llegamos a apreciar incluso más a este programa.
Estos problemas son vistos de manera global y dejando claro las atrocidades que suceden en las guerras, gobiernos y sociedades actuales, demostrando la maldad que puede llegar a haber en las personas. Todo esto escrito de forma en la que el público infantil lo entienda, y se le quede marcado por mucho tiempo, incluso, de por vida.
Los personajes tienen que lidiar con estos problemas y con muchos otros más, mientras intentan salvar a su familia, a sus amigos y al mundo entero de la tiranía de la Nación del Fuego. Durante todo su recorrido, se enfrentan a problemas internos como traumas, venganza y miedo, y también externos, como problemas con espíritus, animales y enemigos, tanto de la Nación del Fuego como de cualquier otra.
Otra cosa que hay que remarcar es que demuestra ambas caras de la moneda: gente de la Nación del Fuego que son buenas personas, pero que son patrióticas y solo quieren la victoria de su país, y gente de las otras naciones que llegan a ser corrompidas por la guerra y buscan acabar con la mayoría de las personas de la Nación del Fuego con las que se puedan encontrar, así sean militares o civiles. No todo es negro o blanco. Hay toda una escala de grises en medio, y siempre hay que intentar encontrar la mejor alternativa posible.
La historia es coherente, no hay momentos forzados, todo está bien explicado y justificado. Tampoco es tan extensa, y carece de tantos subtemas que haga que sea confusa y difícil de entender. Expresa perfectamente la belleza de lo simple.
El desarrollo de personajes es fundamental en Avatar. Aunque no podemos entrar mucho a detalle porque habrían spoilers, sí podemos dejar en claro que los personajes, al enfrentarse a diversas experiencias tanto buenas como malas, van aprendiendo de sus errores. Reflexionan qué es lo que quieren, qué necesitan y de qué pueden prescindir. Todo esto va forjando sus personas para bien o para mal, lo cual llega a ser punto clave en la resolución del problema.
En conclusión
“Avatar: la leyenda de Aang” es un programa que tiene una muy buena historia ambientada en un mundo extraordinario en donde lo espiritual es tan importante como lo físico. Nos hace experimentar situaciones agradables, desagradables, fuertes, reconfortantes, tristes, felices, etc. Provoca un sinfín de emociones ver a lo que se enfrentan los personajes, y que también ayudan al espectador a crecer como persona.
Prepara a los niños con temas del mundo real, desde un punto de vista fantástico, de manera sencilla y fácilmente comprensible, mientras que también ofrece contenido maduro para personas de mayor edad, con una historia muy interesante y muy bien justificada. Si no has visto este programa… estamos en 2020. ¿Bajo qué roca has estado todo este tiempo? ¿Qué estás esperando?
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