Decir adiós es uno de los mayores retos que se nos ponen de sorpresa a frente a la cara. Muchas veces somos avisados del momento en el cual perderemos la huella de nuestros seres queridos, muchas otras no. Cuando ese temible adiós es posible, se nos presenta una gran serie de variantes y opciones, todas con la misma conclusión, la despedida es obligatoria e imposible de evadir. Lo único que nos queda es asegurarnos que todo aquello que dejemos atrás, sea con una sonrisa o, al menos, muchas buenas memorias. Hoy les traemos Spiritfarer, un videojuego que trata acerca de la muerte, la pérdida y el decir adiós.
Este tema es uno de los más difíciles de tratar y por eso mismo son contados los videojuegos que se atreven a tratar el tema. Podemos mencionar algunos grandes títulos, como Oxenfree, Hellblade: Senua’s Sacrifice, Night in the Woods o What Remains of Edith Finch, pero todos ellos, a pesar de sus grandes méritos, tratan el tema como una parte secundaria a las mecánicas y objetivos del juego. Por eso mismo, hoy hablaremos de un juego que hace que toda su narrativa, gameplay y dinámicas giren alrededor de este único sentimiento.
Eres el Caronte, la guía de almas, Stella
Spiritfarer es desarrollado y distribuido por Thunder Lotus Games, una desarrolladora canadiense, ubicada en Montreal. El juego es un administrador de recursos con un sistema de plataformero 2D y crafteo. Fue presentado en la E3 de 2019 con un tráiler animado que nos narraba un poco de la historia y dinámicas a seguir y fue bastante apreciado por el público. Se observaba y era muy similar a un Animal Crossing, pero sobre un barco y con mucha más acción.
En el juego nos convertimos en Stella, la sucesora del Caronte, la guía de almas para aquellos espíritus que vagan por el mundo antes de su paso al más allá. Nos veremos rápidamente encargados de un barco que será nuestro hogar, lugar de trabajo y hotel de paso para los espíritus antes de cruzar a la Puerta Eterna, donde se convertirán en memoria inmortal. Sin embargo, la tarea no será tan sencilla, pues estas almas aún tendrán un pendiente, o varios, por resolver y tú deberás ayudarles a dejar sus cuentas claras antes de irse.
El mayor éxito de Spiritfarer proviene de este increíble intento de ver la muerte, no como una tabla de puntos o una escena dramática, sino como una conversación acerca de las complejidades y extrañezas de esta misma. No obstante, sus dinámicas pueden llegar a ser aburridas para algunos o, incluso, provocar un tedio tan grande que la historia pase a segundo plato
Este será el navío con el que cruzarás el Styx
El mito de Caronte se remonta a los griegos, donde un barquero era el encargado de llevar a las almas muertas, con un pago de una moneda de oro, a través del Styx, el río que desemboca en el mundo de los muertos. El juego sigue, con cercanía, el mito original, adaptando la mayor parte de sus elementos. Para el inicio de la historia, el Caronte original pasa a la otra vida y le encarga el trabajo a Stella y Daffodil, su gato, quienes han estado muy cerca de los espíritus por mucho tiempo.
Posteriormente comenzarás a navegar en el “mundo abierto” donde elegirás en un enorme mapa, con casi total libertad, las rutas por tomar. Intentarás navegar haciendo más de una cosa a la vez, para no retrasarte y obtener recursos extras. Llegarás a diferentes islas, donde podrás conversar con los espíritus varados e invitarlos al barco, algunos incluso estarán esperando para subirse. Después de todo esto, cada espíritu te entregará un óbolo, explicará su respectivo minijuego para conseguir recursos raros y dará varias tareas por resolver.
Aquí es donde realmente arrancará Spiritfarer. Tendremos que crafterar directamente sobre nuestro barco, que fungirá como una base móvil para toda nuestra operación. Iremos mejorando nuestro navío y añadiendo nuevos espacios para crear más materiales, desde una cocina hasta una forja y herrería. También, se deberán de construir las respectivas casas de nuestros espíritus, haciendo que todo se convierta en un extraño juego de Tetris, luchando por acomodar cada nueva construcción sobre el barco. Sí, el barco se puede hacer más grande con centellas, la moneda del juego, pero yo me lo gasté en semillas, no me juzguen, ¿ok?
La luz eterna te guía y acompaña
No obstante, la administración de recursos no será ni sencilla ni automática. Cada día deberás mojar tus plantas, hacer tus propias telas o forjar tus diferentes metales. Todos los materiales necesarios que pueden obtenerse en las islas son, en si mismos, un pequeño minijuego, por ejemplo, para talar un árbol tendrás que fingir el movimiento de serrucho con el joystick. Todo esto provocó que jamás jugara en automático y fuera consciente de cada actividad que estaba haciendo.
Esto no significa que el juego vaya a ser muy complejo, pues en algún momento sus creadores lo describieron como un “cómodo juego de administración de recursos”. Te lo digo desde ahorita, en Spiritfarer no puedes morir, al menos no de la forma que estás acostumbrado. Claro, algunos materiales serán más tardados de elaborar que otros y añadir que tienes que cuidar de los espíritus dándoles comida, abrazos y cumpliendo sus peticiones, creará un reto y una dinámica muy interesante. Sin embargo, llegando al final de juego, todo esto puede llegar a sentirse como trabajo extra, si no estás lo suficientemente familiarizado con los espíritus o si alguno de ellos no termina por ser de tu agrado es muy probable que te la pases algo mal intentando cuidarlos.
Es importante mencionar su divertida exploración de plataformero ligero 2D. Esta nunca será exageradamente compleja, pero en algunos momentos, como los minijuegos de algunos espíritus, los reflejos veloces y la comprensión total del sistema de movimiento serán la clave para ganar.
A pesar de esto, el movimiento tan preciso no siempre juega a favor en algunas de las islas que visité, la cámara estaba tan cercana a Stella que me era imposible saber si siquiera había una plataforma a la que brincar. Probablemente, otorgarle el control sobre el zoom de la cámara al jugador hubiera sido una rápida solución. Pero todos estos problemas son mínimos, comparados con la exploración con tintes metroidvania que se presenta, pues nuevos lugares se abrirán para ser explorados mediante las nuevas habilidades de Stella se consigan.
Deberás servirles hasta el último aliento
Todo lo anterior puede provocar que el juego suene a un loop repetitivo, posiblemente aburrido y puede llegar a serlo. Pero, este no fue mi caso, de repente el juego no me permitió dar vuelta atrás. Fue justo cuando un espíritu me pidió que la llevara a la puerta eterna. En mi caso, este espíritu fue Gwen, la primera pasajera que me encontré en el viaje. Yo esperaba que esta decisión llegara más cercana al juego tardío, no podía ser tan rápido, incluso pensé que a medio camino se arrepentiría y me pediría que diera vuelta. No fue así.
Decirle adiós a Gwen fue uno de los momentos más complejos de Spiritfarer. Cuando inicié el juego, claro que quería saber como funcionarían las muertes, esa es la principal misión, pero… jamás pensé que fueran a ser tan directas, tan honestas. Mi última conversación con Gwen fue triste, habíamos hecho todo lo posible por resolver sus miedos y pendientes, algunos se lograron, pero muchos otros no, tal vez los más importantes tuvieron que quedarse atrás. Sin embargo, despedirme de ella y poder hacerlo me trajo alegres sentimientos al pecho, se fue con un abrazo, con amigos nuevos y con todo lo que pudimos resolver juntos.
No pude soltar el juego de nuevo. Sin importar sus errores, yo estaba dispuesto a ayudar a todos los espíritus. Fue una conexión especial que se logra pocas veces en las historias. Muchas veces tenemos a este típico personaje que sabemos que morirá y para el momento que lo hace, el impacto es muy pequeño. Pero, en este juego, sabemos, desde un inicio, que todos los personajes morirán, pero parece imposible no lograr conectar con ellos, incluso con los más insufribles.
Acuarelas al sonido de las olas
Por supuesto, la escritura no hace toda la magia sobre los personajes. Como en anteriores entregas de Thunder Lotus Games, como Sundered (2017) y Jotun (2015), el arte y la animación de los personajes otorga casi el 50% de la personalidad de estos. Todas las interacciones con los espíritus son llevadas a través del diálogo escrito, pero las reacciones de los personajes, sus movimientos a través del barco e incluso su forma de comer y recibir abrazos están completamente animados, todos de acorde a su diseño y personalidad. Es un trabajo artístico sorprendente e inmersivo que no decepciona para nada.
Tampoco podemos dejar el trabajo del compositor canadiense Max LL, que nos da un soundtrack vivo y melancólico. Introduciéndonos y llevándonos por el gran río de los muertos y el viaje de Stella. No sé mucho de teoría musical, así será difícil justificar lo siguiente, pero cada canción me lleva justamente al sentimiento que busca; muchas veces es la aventura, la necesidad de silencio, los momentos de reflexión o simplemente las risas que compartes con tus amigos.
Para mí Spiritfarer representa uno de esos videojuegos que fácilmente podrían ser reconocidos como piezas artísticas en el medio tradicional. No solo por lo visual y sonoro, si no por el intento de combinar todos los elementos bajo un mismo estandarte, por buscar una narración propia de los videojuegos que es imposible de ver en otro medio.
¿Qué dejarás atrás?
Spiritfarer no es un juego convencional, es uno que te retará en lo más profundo. En sensibilidades adheridas a los sentimientos más humanos. En este año tan trágico y lleno de pérdidas para todos, donde he tenido que despedirme de varios seres queridos y no hay manera de ignorar la muerte, este videojuego ha llegado a conciliar algunos de esos sentimientos. Gracias a su honesta mirada a la muerte y la pérdida, las dudas en mi cabeza han descansado un poco, han tomado rumbos nuevos.
Sé que este es un tema que ya se ha tratado en otros medios, pero, nunca lo he visto de esta forma en los videojuegos y por eso puedo asegurarte que Spiritfarer vale toda la pena. Probablemente, antes de lo que pienso, regrese a una aventura más al gran río y disfrute de sus secretos escondidos. Mientras tanto, tengo que aprender a decirle adiós a un gran videojuego.
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