El director de cine Joel Schumacher, falleció hoy en Nueva York a los 80 años, víctima de cáncer.
El neoyorkino es recordado, principalmente, por la dirección de Batman Forever (1995) y Batman & Robin (1997), esta última, la película que tiró su carrera y credibilidad.
Schumacher siempre fue un director controvertido. El ejemplo de calidad es justamente Batman & Robin, con una versión bastante kitsch del personaje que chocaba con la sobriedad de Tim Burton. Básicamente, por esa película pasó el resto de su vida disculpándose.
Fan de la experimentación y la exageración, fue director de Un Día de Furia (Falling Down), protagonizada por Michael Douglas interpretando a un godín que de un momento a otro, y ante la presión del mundo en el que vive, explota contra todo lo que medianamente sea hostil contra él. Incluso con una premisa tan oscura, Schumacher no temía meter elementos de comedia, como la escena del desayuno en el restaurant de comida rápida.
Otro ejemplo muy presente, que se volvió de culto, fue Lost Boys, una historia de vampiros adolescentes liderados por un Kiefer Sutherland con mullet. También fue responsable de poner a Gerard Butler como el fantasma de la ópera en la versión de 2004. Sí, Leónidas fue el fantasma de la ópera. Al menos no fue Russell Crowe en Les Miserables, pero me desvío. Su versión del Fantasma de la Ópera le valió tres nominaciones al Oscar y tres a los Globos de Oro.
Otra personalidad del cine que se nos va. A principios del año, les comentábamos de la muerte del enorme Max von Sydow.
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