The Pale Blue Eye
Un pecado común en el cine de horror gótico es que resulta demasiado fácil recargarse en la atmósfera, sacrificando todo lo demás en el proceso. Pasó con Dark Shadows (2012), que resultó un desastre incoherente y sin ritmo; y pasó en ratos con Bram Stoker’s Dracula (1992), que tuvo segmentos desprovistos de sentido y sumamente cursis. Y The Pale Blue Eye parece en ratos querer caer en este aspecto.
La miseria es múltiple. La desgracia afecta diversas formas
Basada en el libro homónimo de Louis Bayard, y dirigida por Scott Cooper (Crazy Heart, Hostiles), The Pale Blue Eye (tontamente titulada Los Crímenes de la Academia en Hispanoamérica) nos sitúa en West Point, New York, en 1830. El veterano detective Augustus Landor (Christian Bale) es comisionado por la Academia militar local investigar la muerte de un cadete en las cercanías. A sus pesquisas se sumará un excéntrico cadete llamado Edgar Allan Poe (Harry Melling), tan bohemio como brillante.
Esta premisa, bastante simple, hace que la historia sea fácil de seguir. Por lo que la película no tiene reparo en desviarse hacia el ambiente.
Gran parte del metraje se enfoca en Landor y Poe analizando con lujo de detalle las pistas que los conducen a la resolución final, con un par de segmentos de exposición provistos por Jean Pépé, interpretado por el enorme Robert Duvall. Esto hace que la trama se sienta pesada y lenta, mientras se mueve hacia el desenlace con giro de trama incluido.
Además, el uso de personajes es poco consistente. De nuevo, Duvall es mucho actor para el rol tan incidental que le dan, y mayores tiempos en pantalla se reservan para personajes que no aportan nada, como Gillian Anderson, cuyo personaje no hace más que actuar exagerado y artificial.
En cuanto a Bale, pese a que se nota su ya conocido empeño, su personaje no le da demasiado terreno para desenvolverse, salvo algunas excepciones donde se le nota la intensidad de las emociones de ira y dolor. En contraparte, pareciera que Melling intenta demasiado duro seguirle el ritmo. Sus manierismos resultan demasiado ensayados, salvo en su interacción final con Bale. Sí, el poeta de Baltimore ciertamente era teatral en su persona y en su labor, pero la interpretación de Melling es un poco “demasiado”. Eso sí, para ocultar su acento británico no pone esfuerzo en absoluto.
La única actuación consistente (y por poco margen también) sería la de Lucy Boynton como Lea Marquis.
¡Extraña es tu palidez! ¡Extraño tu vestido!
La fotografía, de Masanobu Takayanagi, cumple con su cometido, y con creces. Al ser una película tan atmosférica, los tonos fríos y opacos son omnipresentes y ominosos, con composiciones laterales bastante interesantes, bastante panorámicas.
Qué decir de la ambientación, cuidada al más mínimo detalle. La apariencia relativamente desaliñada de Landor, que contrasta con la pulcritud rigurosa de los militares, y que es más cercana a la estética pálida y ojerosa de Poe.
No obstante, ni así logra parecer una película original. Sea porque la trama bebe demasiado de Sleepy Hollow, o por algún otro motivo constreñido a la dinámica de la narrativa gótica, The Pale Blue Eye no descubre el hilo negro y opta por ir por el camino seguro.
Cada sonido que flota de sus oxidadas gargantas, es un gemido
Howard Shore, como siempre, no decepciona en sus partituras. Melodías lentas, de tonos graves e incluso reminiscencias a Silence of the Lambs, lo cual resulta adecuado para una trama enfocada en la resolución de un crimen.
No es un trabajo a la altura de Lord of the Rings, que constituye su intervención más conocida, pero tampoco cae a los niveles de Eclipse.
Dijo el cuervo: “¡Nunca más!”
The Pale Blue Eye no es una película para gente fácilmente aburrida. Es una película que debe verse con calma, tomándose su tiempo. De esta manera, será más fácil contemplar los paisajes sombríos que retrata.
Checa otras notas de cine, series y gaming. No olvides seguirnos en Twitter, Facebook y YouTube. Ser cool #EsDeGamers