Marvels

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  • Año: 1994
  • Editorial: Marvel Comics
  • Editor: Marcus Mclaurin
  • Formato: Serie limitada
  • Género: Superhéroes
  • Escribe: Kurt Busiek
  • Dibuja: Alex Ross

La génesis de los superhéroes en los cómics se basa en los héroes de la mitología (particularmente la griega); eso es algo bastante conocido. Las leyendas de gente con habilidades y dones que sobrepasaban con creces al humano común y corriente, capaces de lograr hazañas que evidenciaban la frágil naturaleza del hombre normal y que poblaban el imaginario colectivo, fueron la principal inspiración para los nuevos ídolos contemporáneos.

Por supuesto, en los cómics se adaptaron estas historias mirando hacia el humano “de a pie”. Mientras en la mitología griega los héroes efectuaban sus proezas para ponerse a prueba como dignos de estar a lado de los dioses, los superhéroes de los cómics aprendieron a usar sus poderes para proteger a aquellos más débiles.

De esta manera, tuvimos a un enclenque patriota sometido a experimentos para ser el soldado perfecto ante la amenaza nazi, a un huérfano multimillonario que buscaba mitigar su dolor haciendo el bien, a un extraterrestre criado como humano y muchos otros más que surgieron conforme las historias eran leídas.

Héroes que nos inspiraban y que nos hacían empatizar con ellos, porque cuanto más poderosos, más peligrosa la adversidad que tenían que enfrentar.

Quizá es por esto que Marvels es tan buena.

Los noventa fueron una época muy rara para los cómics. Los héroes se volvieron más extraños tanto en historia (ej. La saga de los clones de Spiderman) como en diseño (ej… tantos héroes que adquirieron un diseño exagerado y cromado…). Si a esto le aumentamos el declive que experimentaba la editorial Marvel desde inicios de los noventa con Ronald Perelman, el hecho de que los mejores dibujantes de Marvel dejaran la compañía para crear Image Comics (dándole a la competencia tremendas palizas con títulos como Spawn y The Maxx, de los cuales también se hablará en un futuro aquí, en su familiar sitio Es De Gamers), la especulación de los cómics (también le dedicaremos un artículo, no se preocupen), y pésimas decisiones editoriales, podemos entender por qué Marvel, al filo de la bancarrota en ese momento, decidiera arriesgarse con algo diferente. Algo que permitiera recordar viejos tiempos, tiempos donde todo era más simple y el universo de Marvel no se ramificara y reiniciara a cada rato por la complejidad de las historias.

Es aquí donde entran en acción los señores Busiek y Ross.

Marvels es una serie limitada de cuatro números (más un número 0 que contaba la historia de la primer Antorcha Humana, Jim Hammond) donde el protagonista es un humano común y corriente, Phil Sheldon, el cual resulta ser periodista del Daily Bugle, lo cual narrativamente otorga el vehículo ideal para llevarnos por estos orígenes del universo Marvel que abarca aquí desde la aparición del mencionado Jim Hammond hasta la muerte de Gwen Stacy a manos de Green Goblin.

Hank Pym, Giant Man

Al ser nuestro narrador un ser humano común y corriente, y a pesar de su profesión, la carga de valores se encuentra muy presente. Sheldon demuestra tener miedo y fascinación ante los héroes que desfilan ante sus ojos enfundados en sus trajes vistosos y demostrando sus habilidades y poderes. Demuestra discriminación hacia otro grupo de héroes (los X-Men) cuyas acciones se malinterpretan y causan repudio en una sociedad doble cara. En nuestro protagonista caben la compasión, el miedo, la ira, la alegría, la preocupación.

Es uno de nosotros. Lo más cercano a nosotros que hay en un universo de superhéroes.

La narrativa de Kurt Busiek es bastante acertada en darle voz a nuestro protagonista. Con un lenguaje no muy rebuscado, pero sí certero, acompaña perfectamente a las viñetas y al tono colorido y glorioso de la obra. Las palabras logran captar la personalidad de los personajes.

De Alex Ross sería sumamente difícil, si no imposible, apuntar algo mínimamente criticable. Sus trazos son de los más reconocibles en el mundo del cómic. Su estilo tan realista y con un dominio casi fotográfico de luces y sombras hacen de cada panel una obra de arte. No exagero, podrías tomar una viñeta al azar, quitar los globos de diálogo, y enmarcarla. Sobre todo aquellas tomas aéreas cuyos protagonistas son los héroes y villanos marvelitas.

Los “prodigios” gallardamente retratados por Ross

Lo único malo que podría decir de la obra es su duración. Después de disfrutar enormemente los cinco volúmenes, queda un sabor a poco. Obviamente no pediríamos un “evento” con tie-ins y algo muy complejo, pero un volumen más se habría agradecido.

Y claramente no soy el único que considera a Marvels como uno de los pináculos de los cómics mainstream, ya que la obra ganó  el Premio Eisner (los Óscar del noveno arte) a la Mejor Serie Limitada, Mejor Dibujante, Mejor Portada y Mejor Número Unitario (Marvels #2: Monsters).

Si en alguna convención, evento, o feliz casualidad, tienen la fortuna de cruzarse en el camino de Marvels, no duden en adquirirlo. No se arrepentirán.